La conexión entre la diabetes, la insuficiencia renal y la alta presión arterial
Por Michael Merschel, ÃÛÑ¿´«Ã½ News
Se trata de una amenaza de salud por triplicado que enfrentan decenas de millones de estadounidenses. Sin embargo, pocos piensan en ellas sino hasta que se ven forzados a tomarlas en cuenta.
Incluso entonces, muchas personas tienen dificultad para realmente comprender la interrelación entre la diabetes, la alta presión arterial y las enfermedades de los riñones. Sin embargo, los médicos dicen es clave entenderla cuando alguien desee reducir sus riesgos de padecer estas afecciones, o ya las tenga, y que lo mismo corresponde a sus familiares que los ayuden a sobrellevarlas.
Es especialmente importe para las personas que podrían beneficiarse de los medicamentos nuevos pero enfrenten obstáculos que retrasen su administración.
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) más de 34 millones de personas en Estados Unidos tienen diabetes, lo cual representa aproximadamente un 10.5% de la población. La mayoría de los casos es de diabetes Tipo 2, la que surge en la adultez. Cuando alguien tiene diabetes no puede producir o utilizar la insulina debidamente. Eso hace que suban los niveles de azúcar en la sangre y se propicien distintas complicaciones en el cuerpo.
El Dr. Vivek Bhalla, profesor asociado de medicina y nefrología de la Facultad de Medicina de la Universidad Stanford en California, lo resume de esta forma: "La diabetes puede afectar los vasos sanguíneos pequeños y eso puede ocasionar hipertensión y luego dar lugar a la insuficiencia cardíaca".
, dijo Bhalla, ex director del consejo de la ÃÛÑ¿´«Ã½ sobre el lugar que ocupan los riñones en las enfermedades cardiovasculares.
La diabetes hace que los riñones filtren sangre de manera menos eficiente. Asimismo, la enfermedad hace que los vasos sanguíneos se endurezcan y eso propicia la alta presión arterial. También añadió que la alta presión arterial acelera la insuficiencia renal de la misma forma en que una llama se aviva al añadirle combustible. A su vez, eso empeora la alta presión que se considera como raíz de muchos problemas relacionados con el corazón.
Gran parte de ese ciclo va ocurriendo de manera invisible, agregó Bhalla.
"La mayoría de las personas con diabetes Tipo 2 no reciben un diagnóstico ni comienzan a tomar medicamento sino hasta unos cinco años después de haberse iniciado la enfermedad", dijo. "La alta presión arterial es famosa por ser un 'asesino silencioso' y la insuficiencia renal no tiene síntomas sino hasta que llega casi a su etapa final".
De acuerdo con los CDC, aproximadamente un 37% de los adultos en Estados Unidos diagnosticados con diabetes también tiene insuficiencia renal crónica. La Fundación Nacional del Riñón calcula que hasta un 40% de las personas con diabetes de Tipo 2, desarrollará insuficiencia renal eventualmente.
Una nueva generación de fármacos para la diabetes podría mejorar la situación de manera radical.
Unos de ellos, conocidos inhibidores del cotransportador de sodio y glucosa Tipo 2 (SGLT2), funcionan al prevenir que el azúcar (la glucosa) se absorba en los riñones. Otro, los antagonistas del receptor GLP-1, imitan a una hormona que ayuda al páncreas a producir insulina. Ambos promueven y apoyan los niveles saludables de glucosa en la sangre.
Estos fármacos son "terapias que cambian el juego", dijo la Dra. Janani Rangaswami, directora del grupo que redactó la declaración científica de la AHA sobre estos medicamentos y que se publicó en el ejemplar de septiembre del boletín . No solo reducen drásticamente las muertes por enfermedades renales, sino que en los estudios se ha mostrado que pueden reducir las tasas de insuficiencia cardíaca, ataques cerebrales y muertes a causa de los problemas cardiovasculares.
"En varios ensayos clínicos en los que se observaron pacientes con diversos perfiles de riesgo, se encontró que estos beneficios aparecen de manera bastante constante", agregó. La Dra. Rangaswami es directora asociada de investigación del departamento de medicina del Centro Médico Einstein, así como profesora clínica asociada del Colegio Sidney Kimmel de la Universidad Thomas Jefferson, ambos en Philadelphia.
Bhalla, quien también colaboró en la redacción de la declaración científica, admitió que los fármacos vienen acompañados de efectos secundarios, pero compartió el entusiasmo de Rangaswami. "Todos los nefrólogos los tomarán en cuenta", dijo.
Los efectos que ocasionan en diversos sistemas corporales podrían hacer que se retrase un poco su adopción, indicó, debido a que algunos especialistas quizás esperen a que varios miembros del equipo de atención del paciente den su opinión al respecto.
Rangaswami mencionó que eso resalta la necesidad de establecer una mejor comunicación entre los médicos.
"La dinámica para atender pacientes está algo fragmentada", dijo. "Eso significa que los pacientes acuden a una persona que atiende una parte del problema, y luego van con otro especialista que aborda la siguiente parte del problema".
Jane DeMeis, quien desarrolló insuficiencia renal y diabetes por haber tenido una reacción negativa con un tratamiento para la artritis, dijo que el equipo de médicos que la atiende en estos momentos se comunica bien entre sí. Sin embargo, eso no siempre sucedió anteriormente.
DeMeis, de 66 años y residente de Fairport, Nueva York, ha tenido que resolver conflictos relacionados con consejos médicos; lo mejor para alguien con un padecimiento podría ser problemático para otra persona. Dijo que tuvo que dejar de atenderse con un médico en particular.
"Enfatizo lo que se escucha de ser la directora de mi propio comité de atención médica. Es necesario asegurar que todos se comuniquen estando uno en el centro de dicha comunicación", dijo DeMeis, quien es voluntaria de la National Kidney Foundation, la American Diabetes Association y de la AHA.
Bhalla sugiere que los pacientes "seleccionen a un médico que sirva de defensor principal y que permitan que ese doctor coordine el proceso".
También reiteró que las personas pueden alejarse de muchos problemas si llevan un estilo de vida saludable.
"Adelgazar ayuda de muchas maneras", agregó. "Si tiene algo de sobrepeso, adelgazar a través de la alimentación puede reducir su nivel de azúcar en la sangre. Puede reducir la alta presión arterial. Puede reducir el riesgo de padecer insuficiencia renal. No es fácil lograrlo, pero sí es posible y podría ser el remedio milagroso en una situación que incluya estos tres padecimientos".
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