Los atletas olímpicos superan los límites físicos, pero ¿qué limita a los humanos?
Por Michael Merschel, ÃÛÑ¿´«Ã½ News
El lema de las Olimpiadas, "más rápido, más alto, más fuerte", es también el objetivo de todo atleta que participará en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Sin embargo, lo que puede lograr un ser humano se ve determinado por muchos factores, desde los genéticos hasta los psicológicos, pasando por los ambientales. Algunos expertos incluso creen que quizás ya hemos llegado a nuestros límites.
En parte, las habilidades de un atleta provienen del cuerpo con el que nace, dice Amanda Paluch, profesora adjunta del departamento de kinesiología de la Universidad de Massachusetts Amherst. Algunas personas simplemente son capaces de tener una mejor condición física que otras. "Siempre hay un margen de mejora para todos, pero el máximo que alguien puede alcanzar puede variar".
En realidad, los atletas de alto nivel y la población general difieren a nivel celular, señaló. Los músculos de los atletas son más eficientes a la hora de captar y utilizar el oxígeno.
La composición muscular también puede ser diferente entre los mismos deportistas. Algunos tienen músculos formados por fibras estriadas que se contraen lentamente y durante mucho tiempo antes de cansarse. Otros músculos son de contracción rápida y se cansan prontamente. Bajo un microscopio, dijo Paluch, podríamos decir que los músculos de "un levantador de pesas profesional comparados con los de un maratonista, se ven completamente distintos".
Cada cuerpo tiene un límite inherente en cuanto al desempeño, dijo la Dra. Elizabeth Dineen, profesora asistente de cardiología de la Universidad de California, Irvine. Un velocista puede ser muy bueno para cortas distancias, pero le sería imposible mantener ese ritmo en el transcurso de un maratón debido a la producción de energía y consumo de oxígeno que se exigen para la velocidad y la distancia de ese evento.
Sin embargo, eso no significa que el destino deportivo de todos se fija de nacimiento. De acuerdo con el sitio web gubernamental , el entorno de una persona – factores como el apoyo de la familia y los entrenadores o el hecho de disponer de recursos económicos para realizar una actividad – también puede influir en el rendimiento atlético.
Además, hay quienes cuentan con la capacidad y la voluntad de entrenar durante muchas horas, o de hacer todo lo que sea necesario, dijo Paluch. Entonces, cuando se considera la diferencia entre el trabajo duro frente a los buenos genes, la realidad es "definitivamente una combinación de ambos".
Aun así, algunos investigadores creen que los humanos podrían estar acercándose a los límites físicos de lo que se puede lograr. Señalan el hecho de que las mejoras en el desempeño de más alto nivel se estancaron en las últimas décadas. (El récord mundial de 9.58 segundos que logró Usain Bolt en los 100 metros lisos, se estableció en 2009 y sigue en pie; el récord femenino de 10.49 segundos, en poder de Florence Griffith-Joyner, no se ha movido desde 1988).
Dineen está de acuerdo en que hay demarcaciones: el rendimiento se reduce a lo bien que el cuerpo pueda producir y utilizar la energía, pero no cree que sepamos lo suficiente como para poder decir que ya vimos lo más rápido, lo más alto o lo más fuerte de ningún deporte.
Por ejemplo, aún se sigue avanzando en la nutrición y en la prevención de lesiones, indicó, y los atletas de más alto nivel son un grupo motivado. "Ciertas personas, con el entrenamiento y la optimización adecuados, podrían ser capaces de batir los récords que tenemos".
Paluch mencionó que la tecnología juega un papel. Muchos récords de natación cayeron en 2008 y 2009 cuando estuvieron permitidos los trajes de baño de poliuretano, por ejemplo. Así que, aunque no veamos a los humanos mejorar mucho fisiológicamente, los récords podrían ir mejorando paulatinamente.
Los atletas de élite, como Neilson Powless, así lo esperan.
Powless es un ciclista de carretera que compitió en el Tour de Francia este verano para el equipo EF Education-NIPPO. Es la encarnación de todo lo que supone un atleta de alto nivel.
Empezó con buenos genes: su madre fue maratonista olímpica. Su padre fue un triatleta de rango nacional. Su abuelo fue campeón militar de boxeo. Se le fomentó y apoyó el atletismo prácticamente desde su nacimiento.
"Sería una tontería decir que eso no tuvo un impacto", comentó en mayo, desde Andorra, donde sus paseos de entrenamiento a veces cubrían más de 100 millas al día, con subidas verticales de más de una milla.
Powless, que es oneida y en 2020 se convirtió en el primer nativo americano reconocido en participar en el Tour de Francia, dijo que para los corredores de su nivel, "una parte masiva del proceso son los recursos que tenemos a nuestra disposición". Cuenta con entrenadores, nutricionistas, dietistas, chefs, fisioterapeutas, quiroprácticos y otros que lo ayudan a triunfar.
Los dispositivos rastrean sus funciones vitales, la cantidad de energía que genera, cuánto duerme. En su teléfono, le dice "el Gran hermano" a la carpeta que contiene todas las aplicaciones relacionadas, porque mucha gente lo vigila. Es así como sabe que su ritmo cardíaco en reposo es de unas 38 pulsaciones por minuto. En su punto más alto, que podría ver una vez al año, supera los 200.
Sin embargo, nadie puede medir su impulso mental. Ese es un elemento crucial que separa a los mejores atletas de los demás, y tiene que venir desde adentro, dijo Powless.
"En el ciclismo, si ganas cinco carreras en un año, has tenido un año increíble, comentó, pero también significa que perdiste 75 carreras. Esas las tienes que sobrepasar".
En su caso, le ayuda que todas las horas en el asiento de la bicicleta puedan ser casi meditativas. De hecho, comienza a ponerse nervioso si se aleja de su práctica demasiado tiempo. "A veces, en la temporada baja o algo así, después de unas semanas sin montar en bicicleta, empiezo a volverme un poco loco, y siento que estoy deseando pasar algún tiempo en la bicicleta o simplemente hacer algún tipo de ejercicio".
Eso podría ofrecer una lección para los que, a diferencia de Powless, no están superando los límites del rendimiento humano, dijo Paluch, quien también es aficionada de las Olimpiadas. Cualquiera puede inspirarse en esos deportistas para activarse y esforzarse un poco más. La cantidad mínima de entre 10 y 20 minutos de actividad al día puede aportar beneficios para la salud.
"Es claro que no se convertirá en un atleta profesional", dijo, "pero siempre existe un margen para mejorar".
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