La menopausia y su conexión a los riesgos de enfermedad cardiovascular
Por Laura Williamson, ÃÛÑ¿´«Ã½ News
Los sofocos y los sudores nocturnos son los síntomas distintivos de la menopausia.
Pero a las mujeres de 45 a 55 años les sucede algo más, que no pueden ver ni sentir, o que incluso ni siquiera saben: sus riesgos de enfermedad cardiovascular están aumentando.
"Las mujeres, en su transición hacia la menopausia, experimentan muchos cambios", dijo Samar El Khoudary, profesora de epidemiología en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Pittsburgh.
Producen menos estrógeno y acumulan más grasa abdominal. El exceso de grasa abdominal está incluido en un conjunto de síntomas cuya aparición es más común después de la menopausia. Se le conoce como síndrome metabólico y está presente si una persona tiene al menos tres de los siguientes problemas: obesidad abdominal, alto nivel de triglicéridos, bajo niveles del colesterol HDL "bueno", presión arterial alta o contenido alto de azúcar en la sangre.
Además, "sus arterias se hacen más vulnerables a la enfermedad; se vuelven más gruesas y rígidas", dijo El Khoudary, quien presidió el comité de redacción de un del 2020 de la ÃÛÑ¿´«Ã½ sobre cómo la transición a la menopausia afecta el riesgo de enfermedad cardiovascular. "Todos esos cambios se aceleran durante la menopausia".
La enfermedad cardíaca es la causa principal de muerte para las mujeres en los Estados Unidos, quienes por lo general desarrollan la afección varios años después que los hombres. Pero las mujeres, en buena medida, no están conscientes de su riesgo de enfermedad cardíaca, lo cual tiene más probabilidad de causarles la muerte que todas las otras formas de cáncer en su conjunto. Según la más reciente , la concientización de que la enfermedad cardíaca es la principal causa de muertes entre las mujeres disminuyó entre el 2009 y el 2019, especialmente entre las mujeres negras, hispanas y más jóvenes, para quienes la prevención primaria puede ser más eficaz.
Este decreciente nivel de concientización ocurre en momentos en que ha aumentado el conocimiento sobre los riesgos cardiovasculares para las mujeres, dijo El Khoudary. "Durante las dos últimas décadas, hemos aprendido mucho acerca de cómo la menopausia contribuye a la salud cardíaca", dijo ella.
Por ejemplo, los sofocos, también conocidos como calores súbitos o bochornos, y los sudores nocturnos debido a la menopausia han sido relacionados con un mayor riesgo de presión arterial alta y con otros factores de riesgo cardiovascular. La investigación también muestra que la depresión durante la transición hacia la menopausia guarda una correlación estrecha con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.
Además, las mujeres que experimentan menopausia natural a una edad más tardía tienen un menor riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte. Entre los factores que pueden influir en un inicio precoz de la menopausia están un empeoramiento de la salud cardiovascular durante los años reproductivos, el hábito de fumar y probablemente la genética.
La Dra. JoAnn Manson, directora de medicina preventiva en Brigham and Women's Hospital y profesora de medicina de la Facultad de Medicina Harvard en Boston, dijo que las mujeres se beneficiarían de una intensificación de los esfuerzos de prevención cardiovascular en los años que preceden a la menopausia.
"Esa etapa de la vida se presenta como una oportunidad para realizar cambios en el estilo de vida", dijo Manson, quien también fue coautora de un comunicado científico de la AHA del 2020 que exhortó a los profesionales de la salud a considerar un acercamiento enérgico basado en la prevención, para que las mujeres de mediana edad tengan menos probabilidades de padecer enfermedad cardiovascular en el futuro.
sugiere que las formas más efectivas de prevenir la enfermedad cardíaca incluyen no fumar, estar físicamente activa, comer una dieta saludable, mantener un peso saludable, dormir suficientemente y mantener controlados los niveles de colesterol, presión arterial y glucosa en la sangre. Pero, "muy pocas personas cumplen con todo eso al pie de la letra", dijo Manson.
Quizás lo que rinda más frutos sea el aumento de la actividad física, dijo ella. "Es el remedio mágico para la buena salud porque reduce el riesgo de enfermedad cardíaca, derrame cerebral, presión arterial alta, diabetes Tipo 2 y cáncer, además de mejorar la salud ósea, el control del peso, el sueño y la salud mental. Si existiera una píldora que pudieras tomar y que brindara todos esos beneficios, todos estarían pidiéndola a gritos".
Todavía no es suficiente la cantidad de personas que siguen las directrices federales respecto a la actividad física, que estipulan al menos 150 minutos a la semana de ejercicios aeróbicos de intensidad moderada, 75 minutos a la semana de ejercicios aeróbicos vigorosos o una combinación de ambos.
Aunque nunca es demasiado tarde para agregar niveles de actividad física o aumentar los existentes, dijo Manson, "entre más temprano en la vida lo hagas, mayores serán los beneficios para la salud. Además, mantener buenos hábitos es más fácil que revertir los malos".
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