Por qué una crisis cardíaca también puede ser un problema de salud mental
Por Michael Merschel, ÃÛÑ¿´«Ã½ News
Las necesidades físicas de alguien que se recupera de un ataque al corazón, un paro cardíaco o una cirugía del corazón mayor pueden ser fáciles de entender. Pero para muchas personas, la recuperación mental y emocional no es tan fácil de entender.
Algunos problemas, como la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático, con mucha frecuencia no solo afectan a los pacientes sino a sus seres queridos también, dicen los expertos, lo que pueden influir directamente en la recuperación.
"Es importante abordar la depresión", dijo Julie Cunningham, psicóloga clínica de la salud que trabaja con pacientes cardíacos en Samaritan Medical Group en Corvallis, Oregón. "No solo por el bien de la salud mental, sino que es realmente importante para la salud cardíaca también".
Los pacientes con depresión se recuperan más lentamente después de una cirugía cardíaca, dijo Cunningham. "Estos pacientes van a tener más dificultad para participar y completar programas como la rehabilitación cardíaca, los cuales son muy, muy importantes en su recuperación", dijo ella. Y un diagnóstico de depresión después de un ataque cardíaco puede aumentar el riesgo de muerte, según un estudio publicado en la revista médica en el 2017.
A muchos tipos de problemas cardíacos les pueden seguir trastornos de la salud mental. Los estudios han demostrado que la depresión o la ansiedad afectan a más del 30% de las personas a quienes se les ha reemplazado la válvula aórtica del corazón y a un 30% a 40% de las personas que se someten a una cirugía de revascularización cardíaca.
Experiencias traumáticas
Cada experiencia cardíaca presenta un tipo y nivel diferente de riesgo para la salud mental, comentó el Dr. Sachin Agarwal, director de NeuroCardiac Comprehensive Care Clinic de la Universidad de Columbia en Nueva York.
Una persona que tiene un ataque cardíaco –donde se bloquea el flujo de sangre al corazón– puede presentar dolor de pecho o falta de aire y puede buscar tratamiento de emergencia. Agarwal, quien también es profesor asociado de neurología, mencionó que 1 de cada 8 sobrevivientes de un ataque al corazón presentará estrés postraumático, conocido también como .
Las personas que han tenido derrames cerebrales menores hablan sobre tener sentimientos de terror y cerca de 1 de cada 4 sobrevivientes de cualquier accidente cerebrovascular informan tener TEPT un año después, según un estudio publicado en la revista médica en el 2018.
Una persona que presenta un paro cardíaco –donde el corazón se detiene súbitamente– está inconsciente mientras se encuentra entre la vida y la muerte, pero se despierta unos días o semanas después en la unidad de cuidados intensivos sin recordar cómo llegó allí. Uno de cada tres pacientes tendrá síntomas del TEPT, dijo Agarwal, y hasta la mitad tendrá depresión a la hora de salir del hospital.
Agarwal, quien estudia los trastornos psicológicos en sobrevivientes de un paro cardíaco, indicó que las personas que presentan síntomas de TEPT a menudo comienzan a padecer de ansiedad, muestran síntomas de hipervigilancia, tienen dificultad para concentrarse o dormir y evitan los lugares y las conductas que les recuerdan el suceso traumático.
Las cirugías del corazón también pueden causar dificultades cognitivas junto con los problemas de la salud mental, indicó Agarwal. Una hospitalización prolongada puede causar el síndrome poshospitalario o síndrome pos-UCI, los cuales son términos generalizados que abarcan una variedad de problemas físicos y psicológicos.
Los investigadores se han percatado de los muchos enlaces biológicos que existen entre la depresión y las enfermedades cardíacas. Y Cunningham indicó que una crisis cardíaca puede desencadenar muchos problemas emocionales. Los pacientes pueden temer que vuelva a ocurrir un problema súbito o sentirse melancólicos si necesitan atención médica debido a un empeoramiento de una affeción médica crónica.
Tal vez tengan que lidiar con una menor capacidad física. "Es posible que no puedan trabajar más", dijo Cunningham. "Quizás ya no puedan tener pasatiempos o ejercitarse al grado que lo hacían antes".
Alguien que siempre se desempeñaba como cuidador de repente es la persona que necesita los cuidados. Y sus cuidadores enfrentan riesgos ellos mismos.
Un problema compartido
Una crisis cardíaca "puede afectar a la unidad familiar de muchas maneras", dijo Cunningham. "Francamente, veo a pacientes que vienen a consultas conmigo con sus seres queridos más a menudo que cualquier otra población de pacientes con la que he trabajado".
Algunos seres queridos, dijo ella, quieren ayudar con la recuperación pero se sienten estresados porque está fuera de su control. Los hijos adultos se pueden sentir conmovidos al enterarse de que pueden heredar una afección que amenaza su propia salud.
Agarwal dijo que en el caso de un paro cardíaco, los familiares podrían sentir un tipo de trauma completamente diferente al de sus seres queridos. La mayoría de los paros cardíacos fuera del hospital, indicó él, ocurren en la casa. Casi siempre es un familiar quien llama al 911, comienza las medidas de reanimación cardiopulmonar (RCP), toma decisiones difíciles y se pregunta si su ser querido se podrá despertar.
Aunque los sobrevivientes enfrentan asuntos existenciales una vez que se enteran de lo que ha sucedido y comienzan a preocuparse por el futuro, los testigos –casi siempre familiares allegados– recuerdan todo lo sucedido y lidian con las características distintivas del TEPT, como revivir lo ocurrido. Agarwal fue el autor principal de una revisión de las investigaciones previas, publicada en la edición de junio de la revista médica , la cual reveló que, en algunos estudios, los familiares informaron grados de aflicción incluso mayores que los sobrevivientes de un paro cardíaco.
Dichos problemas emocionales pueden afectar la salud del paciente cardíaco, dijo él, si limita la capacidad de los cuidadores para atender al paciente.
Cunningham explicó que un problema de salud mental puede aparecer de muchas formas. La depresión solamente puede hacer que la persona pierda el interés por las cosas que antes disfrutaba. También puede causar irritabilidad, frustración o apatía. Puede incluso alterar el sueño o el apetito.
"No necesariamente consiste en tristeza o melancolía", explicó ella, y todos esos síntomas "pueden dificultar en gran medida las cosas que tenemos que hacer para cuidar de nuestra salud", como acudir a citas médicas.
La ansiedad específica del corazón, dijo Agarwal, a menudo se expresa en los sobrevivientes en forma de preocupación con cambios menores en síntomas corporales, como un mayor ritmo cardíaco, junto con la incapacidad para distinguir entre aquellos que amenazan la vida y aquellos que no lo hacen. Los cardiólogos, dijo él, están acostumbrados a recibir llamadas de pacientes en los cuales el único síntoma es el temor de que "algo no está bien", aunque posterior a ello los médicos de la sala de emergencia no identifican ningún problema.
Estrategias de afrontamiento
En muchos pacientes, dijo Cunningham, un paso vital para lidiar con estos asuntos es participar en un programa de rehabilitación cardíaca, que es un programa especializado que generalmente ofrece educación sobre el estrés y los factores emocionales. También incluye ejercicio supervisado, que de por sí se ha demostrado que ayuda a reducir los síntomas de depresión moderada. El personal de rehabilitación cardíaca puede ser también una fuente de apoyo emocional para los pacientes, indicó ella, y derivar a los pacientes para recibir terapia.
La rehabilitación cardíaca también es una oportunidad para socializar con otros pacientes cardíacos. "Eso es de suma importancia", dijo ella. También puede enseñar conceptos sobre el proceso de recuperación y ayudar a "normalizar el hecho de que esas respuestas emocionales son comunes".
En las personas que no reciben rehabilitación cardíaca, un cardiólogo o un médico de atención primaria puede ofrecer recomendaciones para acudir a un terapeuta, dijo Cunningham. Para ella, su propio asesoramiento para pacientes a menudo comienza con estimularlos a que reanuden sus rutinas diarias en la medida que puedan hacerlo físicamente.
"Mientras se recuperan de una cirugía, es posible que no hagan tantas cosas como hacían antes de la cirugía", indicó ella. Pero incluso levantarse de la cama, vestirse y desayunar son tareas importantes.
"Hay un término sofisticado para eso", dijo ella. "Lo llamamos activación conductual". Se trata simplemente de la "idea de hacer que las personas reanuden actividades agradables y significativas para sentirse mejor, y de hecho funciona".
Agarwal dijo que él y otros investigadores están buscando activamente maneras para pronosticar los problemas de salud mental en pacientes cardíacos y formas para incorporar a las familias en el proceso de recuperación.
Lo que le atrajo a esa área de la investigación fue el hecho de que las familias están desesperadas por ayudar y le pareció claro que los sistemas de atención médica necesitan hacer más. "No podemos dejar que las familias y los pacientes nos encuentren o encuentren los recursos", dijo él. "A nosotros nos corresponde encontrar maneras equitativas para hacer que los recursos lleguen a las manos de las personas que más los necesitan".
Las experiencias de Cunningham son muy parecidas. "Creo que a veces los equipos médicos suponen que los pacientes saben que tienen depresión y ansiedad porque nosotros lo podemos ver", dijo ella. "Pero puede ser increíblemente positivo tener una conversación con los pacientes y ayudarles a asociar una cosa con la otra, porque es posible que alguien no se los haya dicho todavía".
Los pacientes cardíacos y las familias deben estar conscientes de lo común que son la depresión y la ansiedad, comentó Cunningham. "Esto no quiere decir que hay algo malo en usted como persona. Sabemos que esta es una respuesta muy común".